miércoles, 23 de octubre de 2013

¿Vino Rómulo?

Así son las cosas

Oscar Yanes

Don Eugenio manifestó su firme decisión de no aceptar la presidencia de la República

¿Vino Rómulo?

La semana pasada hablamos de la conspiración de Castro León en julio de 1958 y de cómo la actitud del doctór Héctor Hernández Carabaño y el sentido común de los protagonistas de la delicada situación, salvó al país de una guerra civil.

Mucha gente me ha llamado pidiendo "que cuente más historias de la conspiración de Castro León".

Hablando en criollo: va de cuento. Villalba, Rafael Caldera, Elías Toro y don Eugenio Mendoza llegaron a La Planicie, al Ministerio de la Defensa y fueron pasados inmediatamente al despacho de "El Cabito". Más de doscientos oficiales se encontraban en el ministerio buscando información y respaldando el movimiento.

-"¡Esto no lo para nadie!"- aseguraba Castro León cuando le anunciaron que los líderes habían llegado. Elías Toro fue invitado por sugerencia de un pariente de Castro León.

-¿Vino Rómulo Betancourt? - preguntó el ministro a su secretario.

-No lo han localizado.

Después de saludar a los jefes políticos e invitarlos a sentarse, el ministro dijo sin perder tiempo:

-Los he invitado al ministerio para demostrarles que el llamado golpe de Castro León es una patraña de Larrazábal. Todo el mundo guardó silencio. Un pequeño grupo de oficiales presenciaba la entrevista.

-Pero, ¿no habrá antecedente, general, que suponga que usted puede haber tomado esa actitud, la del golpe?- preguntó el doctor Caldera y añadió: -¿Qué hay de cierto de un pliego de las Fuerzas Armadas o de usted, en el que presiona, o impone a la Junta ciertas condiciones?

-No, doctor Caldera, no hay pliego de las Fuerzas Armadas ni del ministro de la Defensa para la Junta de Gobierno. Hay solamente unas sugestiones que personalmente entregué al Presidente, sin firmas, ni sellos, ni carácter oficial alguno. Son indicaciones que para posterior análisis y para llegar a un acuerdo sincero, le he llevado a Larrazábal, quien me pedía tuviera confianza en la Junta. Esas anotaciones -siguió hablando Castro viendo a Eugenio Mendoza y a Jóvito Villalba- las he entregado sin malicia alguna al compañero que creí soldado, pues debe entenderse que en nuestros cursos militares superiores se sostiene la tesis de que quienes asesoramos al comando estamos en la obligación de insinuar, opinar y sugerir lo que a nuestro juicio consideramos favorable, no importa que le agrade o no al jefe o que su parecer sea distinto.

Un oficial se acercó al ministro y le dijo en el oído: "el coronel Quevedo visitó los cuarteles y le advirtieron que no lo aceptaban como ministro. En el blinda- do le informaron: "Coronel, no lo hacemos preso por- que usted es amigo". Castro León se limitó a mover la cabeza afirmativamente.

Gobierno de coalición con don Eugenio Mendoza a la cabeza. El grito salió del grupo de oficiales.

Don Eugenio Mendoza habló y manifestó su firme decisión de no aceptar la Presidencia de la República.

Castro León insistió en la candidatura de Mendoza.

-Don Eugenio, usted con un gobierno de coalición endereza a este país.

Castro León seguía pensando. "Si no sacamos ahora a Larrazábal no lo sacaremos nunca".

Así son las cosas.

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