domingo, 27 de octubre de 2013

Mapurite Embajador

Animales políticos de Morón

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“Muy antigua es la fama de la tribu mapurítica como para tener necesidad de recordarla. Entre todos los habitantes de esta podrida tierra y provincia de los animales, el pueblo de los mapurites sobresale por la precisa condición de su hábito. Seguramente la estofa mapurítica se habría mantenido al margen de la historia, si no hubiera ocurrido el insólito acontecimiento que, no sólo permite, sino obliga al historiador, en su condición de historiador, a registrar el hecho (…) Y todo porque el Rey de los Mapurites, es decir, el más peorro, fue Embajador. Allá estuvo, en la Corte del Rey, donde se cree a pie juntillas que toda la vieja y noble provincia de los animales criollos es ágrafa, empecinadamente ágrafa; que toda la rica gama de culturas formadas por los animales criollos, República, Gobierno, Pueblo, Congreso, Universidad y cotarro de letrados, es estofa mapurítica.”

Morón le tiene culillo, ejercen sobre él un pavor inmenso, arquetípico, atávico, a las palabras que son como avispas africanas. Confiesa el escritor el porqué de ese pánico, la razón de ese espanto. “La culpa es de las palabras: No ve usted que las palabras se me alborotan en la cabeza como si fueran un avispero alborotado. Sólo que si uno echa a correr, después de darle una pedrada al cacuro, las avispas se quedan con las ganas, Pero las palabras, como avispero, se alborotan en el cacuro, en el avispero que está dentro de mi cabeza. Entonces yo salgo corriendo para que no me piquen. Pero las avispas están ahí, en la cabeza, y ellas son la que tienen que correr para que yo no las mate. Y la mejor manera de matar esas avispas es pronunciarlas.”

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