No vivimos mucho tiempo, y cuando empezamos a saber algo, o a conocer el modo de descubrirlo, ya nos movemos a toda velocidad, como si esquiáramos, por una pronunciada pendiente nevada, adelantando a unos en el descenso, y cruzándonos con otros que ascienden, y realmente hay poco tiempo para conocerse y charlar. Lo más que podemos hacer es gritar alguna cosa al pasar...
miércoles, 27 de mayo de 2015
Venezolanos: la nueva “invasión” de Panamá
jueves, 21 de mayo de 2015
El Peor Cocinero del Mundo Reza Después de Cenar
Noche a noche, sueño a sueño
domingo, 17 de mayo de 2015
Rafael Lemkin: La Soledad Del Justo
elpais.com | 14 de febrero 2014
miércoles, 13 de mayo de 2015
Malos y Fastidiosos
¿Recuerdan una cadena de Chávez de hace algunos años, cuando fue a “inspeccionar” la construcción de un túnel y agarró un taladro? Aquello fue increíble, porque igual encadenaron a las emisoras de radio y durante 15 o 20 minutos sólo se escuchaba el ruido del taladro: ¡Taca, taca, taca, taca…! Son cosas insólitas que tristemente sólo se ven en Corea del Norte y aquí, porque hasta donde yo sé, ni en Cuba hacen tanta cadena inútil. ¡Qué pena…!
¡Pero de verdad… qué pena, Villegas! ¿Cómo haces eso tan mal hecho?
Hablando en serio, antes de ser ministro, me parecías un periodista con criterio, pero, de pana, ahora es increíble lo que haces y no lo digo con burla, falta de respeto ni ofensa. ¡No! Tampoco te pido que, como hicieron tus hermanos, reflexiones y te pases al lado de la lógica. Cada quien está donde le dicta su conciencia. Lo único que pido es que hagas un poco más creíbles y divertidas las cuñas del Gobierno. Sobre todo divertidas, porque eso es lo primero que tenemos que hacer los comunicadores: lograr que la cosa sea divertida para que el mensaje llegue; si el mensaje es verdad, mentira o malvado, no importa, ese criterio queda en el alma de quien lo produce, lo que sí es importante es que sea atractivo para que uno se quede viéndolo y no se vaya al cable (como, según encuestas, hace 80% de los venezolanos) cuando comienzan con el fastidio. Es que hasta para hacer maldades hay que buscarle la vuelta.
Estimados lectores, ¿se acuerdan de cuando el malo mayor, el de verdad, el original, no la imitación made in China que tenemos, hacía sus maldades en cadena? ¡Ese sí sabía cómo hacerlas!: él te recitaba, cantaba, echaba chistes, hacía trucos y hasta bailaba. Uno podía estar o no de acuerdo, pero, con arrechera y todo, nos reíamos. La gente, incrédula, se llamaba por teléfono: – ¿Viste lo que está haciendo? ¡Mientras expropia una fábrica está cantando: “Tucusito, tucusito, llévame a cortar las flores”…! Era, como decimos en Venezuela, ¡una vaina loca e’ bola! Tanto, que a los comediantes, humoristas o cómicos nos costaba hacerlo más gracioso. ¿Se acuerdan de la traductora de señas que Chávez usaba en sus discursos y que más nunca apareció? Tengo entendido que la pobre está internada en un manicomio porque después de ocho horas seguidas de señas y sin ir al baño, la mujer enloqueció. Según me comentó un colega psiquiatra, la gota que rebosó el vaso fue cuando Chávez dijo: “Fulanita, esta noche te doy lo tuyo”. La angustiada traductora de señas no sabía cómo traducir aquello, e hizo la señal conocida de “esta noche te doy lo tuyo”. Mi amigo el dramaturgo argentino Ricardo Talesnik me llama a cada rato para preguntar si es verdad lo que está viendo en la televisión argentina sobre Venezuela. Le digo que sí y él, angustiado, replica: –Lo peor es que la de aquí se copia todas las cosas malas que hacen allá, con la única ventaja de que el dinero para nuestras locuras lo ponen ustedes.
15/05/2013
Fuente: El Nacional
lunes, 6 de abril de 2015
La Venezuela de pinga
Gustavo Tovar-Arroyo
4 Abril, 2015
Advertencia: sólo para adultos
Los intelectualazos venezolanos se horrorizan con mis palabrotas, se retuercen por mi lenguaje beligerante de arrabal.
No los culpo, de hecho, los entiendo, su insoportable levedad de ser los hace levitar, flotar, en medio de tanta inmundicia chavista. No desean ensuciarse, no quieren sudar, luchar en las calles, ellos prefieren drogarse con el estupefaciente del voto (sin condiciones electorales justas), sin movilización que reivindique la victoria, sin nada que implique arrostrar de frente a la tiranía.
No son complacientes, tampoco colaboracionistas, son intelectualazos, es decir, histéricas doñas de pizarrón y academia. Viven de espejismos y de tiza. Por eso cuando escuchan una mentada de madre, un insulto, una arrechera salpicar de una garganta, colocan un pañuelito en su nariz y se cubren avergonzados, más bien, horrorizados.
Esta entrega está subida de tono, como lo está el país. No es apta para intelectualazos ni doñas académicas, está inflamada de venezolanidad, es decir de carne y hueso.
Está escrita sólo para adultos, está escrita para ti.
Edgar Ramírez, un gocho genial
Edgar Ramírez podría ser uno de los mejores actores venezolanos de todos los tiempos, si no el mejor. He seguido su carrera con interés fraternal y cultural. Fraternal, porque el aprecio y admiración que le profeso me hermanan a él. Cultural, porque cada acierto de Edgar me conmueve, nos conmueve a todos los venezolanos como parte de una misma cultura. En ese orden de ideas hay que reconocer y agradecer lo bien que nos ha hecho quedar ante el mundo ese gocho genial.
Escribo “gocho genial” y me detengo para abrir un paréntesis.
(Los gochos, siempre los gochos, tan admirables y dignos como Daniel Ceballos y todo el pueblo tachirense que ni se doblega ni se vence. ¡Viva el Táchira! Un sonoro aplauso a su enaltecido y corajudo espíritu. Venezuela es y siempre será mejor por ellos.)
Sigo.
La filología de un venezolanista cabal
Pocos saben que Edgar además de ser un extraordinario actor y un humanista instruido y muy culto, es un venezolanista cabal. Su sensibilidad artística y su cultura a un tiempo abundante y diversa, están marcadas por un inusual y orgulloso amor por Venezuela.
Lo corroboré cuando encarnó al bandido “Coco” en la película Domino (2005) dirigida por el reconocido Tony Scott (director de Top Gun, entre otras), hoy lamentablemente fallecido.
Pese al estelar elenco que intervino en ese peculiar film: Mickey Rourke (9 semanas y media), Keira Knightley (Piratas del Caribe), Christopher Walken (Francotirador), Jacqueline Bisset (Abismo), Delroy Lindo (Malcolm X), Lucy Liu (Los Ángeles de Charlie), entre tantos otros, Edgar Ramírez sobresalió de tal manera que su actuación y protagonismo lo catapultaron instantáneamente en su desafiante y exitosa carrera cinematográfica.
Tuve la oportunidad de ver Domino y comentarla con Edgar en una presentación que nos hizo a un grupo de amigos hace algunos años. Quedé sorprendido y admirado, les comentó el porqué.
Coco (Edgar Ramírez) debía encarnar a un criminal latinoamericano y para tal fin, en un inusitado atrevimiento venezolanista, el “gocho genial” le pidió al director que le permitiera interpretar al bandolero como si éste fuera venezolano y no mexicano. Tony Scott aceptó la sugerencia y Coco debería entonar entonces un acento marcadamente criollo y pronunciar palabras prototípicas de nuestro argot más rancio y característico.
Para diferenciarnos en el lenguaje, el filólogo Edgar Ramírez en un arrebato de genialidad y conocimiento de nuestra cultura, de la real, de la cotidiana, de la de carne y hueso, escogió una palabra que los venezolanos empleamos con excepcional desparpajo, una palabra que ningún otro latinoamericano usa con tanta singularidad y frescura.
La palabra escogida para distinguir a Coco como bandido venezolano fue: “mamagüevo”.
El mamagüevismo revolucionario
No creo que la selección semántica de Edgar haya sido provocada por la crisis política que el chavismo le ha causado al país ni creo que Maduro, Cabello o Jorge Rodríguez hayan inspirado el uso del término. Por más tachirense que sea Edgar y por más que Maduro, Cabello o Rodríguez sean para el imaginario popular unos memorables “mamagüevos”, su motivación fue más bien cultural y en lo que cabe estética.
Un “mamagüevo” para los venezolanos no es aquel que comete felación (sexo oral), un “mamagüevo” es un tipo soberbio, pedante, alguien que no nos cae bien por su arrogancia y fatuo engreimiento.
Todo enchufado chavista es un “mamagüevo”, pero no todo “mamagüevo” es chavista. También los hay en la oposición. La palabra recoge una antipatía exacerbada, una arrechera aglutinada en la garganta y un desprecio hondo, muy hondo, como el que sentimos contra el chavismo.
Lo que nos hace inferir que si Edgar Ramírez no fuese actor sino historiador quizá su motivación como filólogo cambiaría y llamaría al período chavista, por su estética y por su cultura, un “mamagüevismo revolucionario”. Sus próceres saltan a la vista: Carreño, Silva, El Aissami, Chaderton, Ramírez, Carvajalino, Barreto, etc.
Pensándolo bien: ¿será que a Edgar sí lo inspiró la crisis política y sus próceres?
Le preguntaré.
La Venezuela de pinga
Otra curiosidad semántica y cultural venezolana es que la antítesis del “mamagüevo” la representa otra figura fálica: el tipo que es “de pinga”.
El venezolano “de pinga” es un tipo pana, buena gente, amigable y exitoso; un tipo que colabora, respeta y apoya al venezolano y a Venezuela, que enaltece nuestra cultura y sublima la venezolanidad.
Un tipo “de pinga” jamás sería chavista ni apoyaría su “mamagüevismo revolucionario”. No lo usaría ni se beneficiaría de él, todo lo contrario: lo acusaría y enfrentaría.
Porque el venezolano “de pinga” es un emprendedor, un demócrata, un humanista liberal, un creador de oportunidades, un ejecutivo y un productor, un reivindicador de derechos, un artista, un activista de la libertad.
Venezuela será “de pinga” en la medida que los venezolanos “de pinga” se unan para enfrentar a los “mamagüevos” que han impuesto su dictadura. A veces nos frustramos y pensamos que los “mamagüevos” son mayoría pero no es verdad, no lo son. Los venezolanos “de pinga” son…, somos mayoría.
Estoy convencido de que una Venezuela “de pinga”, muy “de pinga” ha florecido. La encarnan los estudiantes, María Corina, Leopoldo López, Daniel Ceballos, Antonio Ledezma, Lilian Tintori, Mitzy Capriles, Gabriela Montero, Ricardo Haussman, Ana Julia Jattar, Gerver Torres, J.J. Rendón, David Morán, Edgar Ramírez…, la encarnas tú, la encarnamos todos los que aspiramos y luchamos por la libertad, los que no nos calamos el mamagüevismo revolucionario y los que estamos dispuestos a jugarnos la vida porque lo “de pinga” en Venezuela, es decir, lo humano, lo industrioso y creativo, lo respetuoso y apto, vuelva a florecer y prosperar.
Si Bolívar fue el venezolano más “de pinga” de la libertad, sigamos su ejemplo, liberemos al país, liberémonos, la Venezuela “de pinga” no sólo está en ti y en mí, eres tú y soy yo, somos nosotros, la Venezuela “de pinga” está en nuestro porvenir, hagamos que prevalezca, hagamos que venza.
Unamos lazos, que muera el mamagüevismo de la opresión. Compatriotas fieles, la fuerza es lo “de pinga” de la unión.
Sigamos el ejemplo que el Táchira dio.
sábado, 14 de marzo de 2015
Diario de un kamikaze venezolano
Humor en serio
DÍA UNO:
La invasión es inminente. Mañana comienza el entrenamiento. Los panas nos organizaron una fiesta de despedida. La rumba estuvo burda de buena. Bailamos hasta altas horas y nos dimos durísimo con la caña, para preparar nuestra alma para el destino que le espera. El jefe nos garantizó que en el más allá la rumba continuará y entonces tendremos 10 botellas de 18 años sin estrenar para cada uno. Al final de la reunión, Yefelson, John Fisyerald, Washinton Rodríguez y yo quemamos una bandera de Los Estados Unidos para irnos poniendo ya en actitud.
DÍA DOS:
Hoy no fuimos al entrenamiento.
DÍA TRES:
Hoy retomamos la cosa en serio. Tuvimos problemas con el vestuario, porque la cooperativa que fabrica los chalecos endógenos en los que se van a colocar los explosivos se cogió los reales y no los hizo. El comandante del escuadrón dice que no importa, que nos pegamos los cartuchos con tirro directamente en la barriga y nos colocamos encima un poncho andino para pasar desapercibidos. Lo que pasa es que a mí me toca la refinería de El Palito y yo no me voy a meter en ese calorón con un poncho andino.
DÍA CUATRO:
Los técnicos explosivistas todavía no nos han traído los cartuchos. De todas maneras, hoy hicimos un ensayo general y cortamos varios palos de escoba en rolitos para simular la vaina. La sensación es burda de incómoda.
DÍA CINCO:
Por fin llegaron los explosivos (entre ellos muchos Bin laden) y los ponchos. Como los gringos solo deben encontrar cenizas, comenzamos ya a prenderle candela al país con incendios forestales aprovechando el calorón imperante.
DÍA SEIS:
Hoy tuvimos una falsa alarma de invasión, debido a que una paloma activó el sistema de defensa antiaéreo. De vainita no destruimos los pozos petroleros. Menos mal que la mayoría de nosotros nos quedamos dormidos y, a los pocos que acudieron, los explosivos no les funcionaron.
DÍA SIETE:
Se acerca la hora…Morderán el polvo de la derrota. Ya todo el equipo está listo y operativo, pero tenemos tres días que no nos llega comida al campamento. Hoy nos reunimos. Si mañana no llega comida, vamos a trancar las vías de acceso a los pozos y, si nos echan a la Guardia, pensamos usar los explosivos y aplicarles a ellos el plan de tierra arrasada. Yo estoy comenzando a creer que la Guardia Nacional está controlada por la CIA.
DÍA OCHO:
Hoy nos trajeron unas hamburguesas de Mc Donald’s. Estaban bien sabrosas. Estamos pensando que, aunque se vuelen los pozos petroleros, los Mc Donald’s deben quedar en pie. Como no tenemos mucho más que hacer, luego de comer hicimos una caimanera.
DÍA NUEVE:
Como hoy tiene pinta de que los gringos no van a llegar, nos fuimos al río a hacer un sancocho. De todas maneras, nos llevamos el equipo porsia. Llegó el gobernador de Miranda en visita sorpresa y Jeferson casi lo implota, porque pensó que era gringo por lo de los ojos claros. Menos mal que estaba comiendo y él un plato de sancocho no lo suelta ni por la patria.
DIA DIEZ:
Hoy es el día. Nos fuimos a la playa a esperarlos. Estuvimos hasta las diez de la mañana y no vinieron. Yo creo que nos cogieron miedo, porque nos miraron desde el satélite y vieron que la vaina iba en serio. Menos mal que nos trajimos el dominó y una cava de cervezas para matar el tiempo, que también es un invento gringo.
*LAUREANO MÁRQUEZ, Humorista y Politológo. La única rebelión en la que creo es la democrática.
Por: Laureano Márquez
Politica | Humor
Diario Tal Cual
Caracas, sabado 14 de marzo, 2015
m.k.
Roy Chaderton: ¿verde o perverso?
“Cuando un francotirador dispara
a una cabeza escuálida (opositor)
pasa rápido y suena vacío…”
Roy Chaderton
Las zorras del poder
Lo hemos dicho hasta el agobio: el chavismo dispara a la cabeza de Venezuela, ese es el signo de su tiempo desde 4 de febrero de 1992, también lo será mañana y pasado mientras persistan en el poder. Esto no se ha acabado, empeorará.
Sabemos que no tienen ningún escrúpulo, cuando no nos encarcelan y torturan, nos asesinan a mansalva, para ellos las balas pasan rápido, suenan a vacío cuando impactan en la cabeza de los niños venezolanos, por eso los ultiman con tanta frialdad.
No les importa nada: disparan y sonríen en televisión. Es su naturaleza.
Además, las muertes “pasan rápido”, muy rápido, tan rápido que ni cierto sector del mundillo opositor se entera. ¿“Opositor”? No creo, por ejemplo, que Henry Falcón lo sea.
Las zorras de la política -esas que están un día de un lado y el siguiente del otro, todo por unas cuantas monedas- se irritan cuando uno advierte y reclama los asesinatos o las torturas, cuando uno levanta la voz en defensa de los derechos humanos, la libertad o la democracia, ni hablar de condiciones electorales justas (se horrorizan), dicen que hay que “enamorar” a los sicarios y en ese afán insensato de mantener sus puestos y sus guisos, de no perderlos, no atienden con honestidad la gravísima situación que soporta nuestro país, la disimulan, incluso la excusan. No sólo son cínicos, son traidores.
Son las zorras del poder, un día de un lado el siguiente del otro. Los hay chavistas, pero también opositores: un día son demócrata cristianos otro día fascistas, lo inaudito es que terminan siendo las locas más furibundas de la tribuna donde se encuentren.
Locas, pero asesinas.
Humor negro o rojo, da lo mismo
Me parece un singular recurso retórico de pésimo sentido estético -digamos, de doña estridente, babosa y frívola- que llamemos a los crímenes de lesa humanidad “humor negro”; también podríamos llamarlo humor “rojo rojito”, pero da lo mismo, el resultado es igualmente desgarrador: una cabeza despezada, sangrante, echa trizas, sólo por soñar en libertad.
Sea del color que sea llamar “humor” a un crimen de lesa humanidad, según Hannah Arendt es banalizar el mal y es el fundamento filosófico y jurídico que dio en gran medida nacimiento al Tribunal Penal Internacional de La Haya y al Estatuto de Roma (instrumento jurídico mundial que tipifica los peores crímenes cometidos por el hombre contra el Hombre, como el que Chaderton acaba de convalidar: una bala pasa rápido y suena vacío cuando asesina a un niño -opositor- de Venezuela).
¡Qué vergüenza, carajo! ¡Qué impunidad y cinismo! ¡Qué asco! Así son, así serán siempre.
Imagino que cuando Roy Chaderton no los puede manosear o tocar -a los niños-, cuando no puede “perrear” con ellos en chillonas, psicodélicas y floripondias rumbas trance chavistas, como hacía con Robert Serra, los prefiere muertos.
Fue él quien lo dijo en televisión, no yo. Además, en el pervertido despelote chavista todo es cuestión de humores, como se darán cuenta yo también tengo el mío, acaso más rojito que negro; eso sí, el mío no asesina, sólo quema. Pero no se irriten, me disculpo, también mi familia se horroriza. Creo que Venezuela entera se horroriza.
Yo igual sigo.
El moco líquido
Roy Chaderton era amigo de mi familia, un tío (de afinidad) lo apreciaba y hasta respetaba. Estaban formados bajo el mismo escudo demócrata cristiano de política exterior que impulso Arístides Calvani.
Cuando todavía se cuidaban ciertas formas en la política e incluso ciertas distancias, cuando no se bailaba “perreao” ni se manoseaban entre sí los diplomáticos y sus discípulos -perdónenme, pero mi terrible humor rojito no me permite erradicar la imagen de Chaderton perreando con su amiguito, el yunkie Pedro Carvajalino, en los cortes del programa cuando tuvieron juntos la banalización asesina- a Roy se le veía en las reuniones de nuestra familia.
Recuerdo una ocasión festiva en la que los primos y yo traveseábamos con un singular juguete que no sé si lograrán recordar como era con mi sola mención, era una sustancia pastosa y verde (muy verde), babosa y densa, pegajosa y escurridiza, que llamaban repulsivamente el “moco líquido” (Slime en inglés), y sorpresivamente, mientras jugábamos los niños, se nos apareció Chaderton.
Quería jugar con nosotros, divertirse, retozar, manosear el moco y mostrarnos como él, pese a su decrepitud, también traveseaba y sabía manipular bien aquel pastoso pus.
La verdad logró impresionarnos, era un maestro con el moco líquido (ojalá los yunkies de Zurda Konducta lo inviten a su programa y le pidan que manipule uno, comprobarán que no miento).
Sin embargo, la tía, quizá advirtiendo otras cosas que prefiero no mencionar y que para entonces eran tabú, interrumpió el manoseo (de aquella cosa pastosa), nos alejó de la sustancia verde y nos pidió que nos fuéramos al jardín a jugar futbol, que no perdiéramos el tiempo con esa cosa repulsiva, con ese moco.
Niños al fin, pícaros y un poquitín bullies (lo reconozco) desde entonces llamamos a Roy Chaderton: el moco líquido.
Lo sé, no está bien comportarse así y siempre fuimos reprendidos por nuestros tíos (que lamentablemente ya murieron) por burlarnos del moco líquido, pero dado que estamos en tiempos de humores negros y rojitos me pareció una idónea oportunidad para recordarlo.
¿No les parece?
No por verde sino por perverso
No creo que fuera nuestra intención llamar a Chaderton “moco líquido” por verde (muy verde), pastoso o escurridizo, por denso (como dice él sobre sí mismo), baboso o pegajoso; de verdad, no lo creo.
Pienso -y me excuso, pido disculpas a mi familia que debe estar horrorizada por develar el secreto- que lo hacíamos por su casi perversa capacidad de manosear objetos infantiles. Era obvio, siempre fue así.
Pero debo señalar que pese a lo uno o lo otro y pese a la indignación que nos produjo su criminal banalización del mal, su justificación de centenares de asesinatos políticos con certeros disparos en la cabeza de manos de francotiradores chavistas, jamás de los jamases se me ocurriría expresar con regocijo que si la bala de un francotirador impactase sobre la cabeza de Roy Chaderton un salpullido gigante de verde y purulenta mucosidad brotaría de ella.
Recuerdo que cuando conocí a Chaderton sentí un asco instantáneo. No lo niego. Hoy a aquel asco se suman el desprecio y la vergüenza. Sin embargo, no soy capaz ni creo que mis primos lo sean de desearle una muerte tan despiadada y ruin -al moco- como un disparo en la cabeza, mucho menos, con una sonrisa en la jeta.
Nosotros no somos como él, nosotros no somos como ellos. Nuestro humor negro no está salpicado de sangre ni de muerte.
Nuestro humor es una tristísima respuesta literaria. Sólo eso. Pero la escribimos con ferocidad no contra el viejo verde, sino contra el perverso.
Sí, contra el perverso…
Gustavo Tovar-Arroyo
@tovarr
m.k.