sábado, 7 de septiembre de 2019

Un país a los coñazos

Un país a los coñazos
J. L. Maldonado
-extracto-

En un país en donde los diputados —me disculpan que insista con el término— se caen a coñazos (es que suena sabroso y duele cuando es contigo); se insultan a diestra y siniestra sin importar que te vean por televisión a nivel nacional, qué puede pedírsele al ciudadano común que ve en sus “elegidos” por voto popular semejante ejemplo.  Es como el padre que le dice al niño que no pelee en el colegio, pero le cae a palos al pobre carajito por un quítame esas pajas. A esto debo sumarle que ahora estallan algunas refinerías en el oriente y el occidente del país, lo cual no es poca cosa; se inundan las avenidas porque revientan las tuberías de agua o porque la lluvia inclemente hace lo suyo (en esta ciudad mea un zancudo y todo colapsa), entre otros avatares que ya conocemos de sobra y que vienen a redondear la suma de nuestros problemas.

Inquieta que después de tanto petróleo —una suerte de maldición—, el país se caiga a pedazos (que rima además con el término en cuestión). Duele, este caos duele. No hay partidismo que justifique esta debacle. No hay que ser de un bando o del otro para darse cuenta que el camino transitado hasta ahora estaba errado. “Hoy da” indignación vernos en una titánica lucha de unos contra otros; “Hoy da” rabia ver que la corrupción cabalga a rienda suelta y en la asamblea se pelotean el sustantivo como papa caliente; “Hoy da” pánico ver como el periodismo es arrinconado por un contrincante que es tan venezolano como uno. El país está tan golpeado como las dos mujeres del metro y se parece mucho a aquel mítico combate narrado por Miguel Thoddé entre el venezolano Betulio González y el mexicano Miguel Canto  (ojo, cultura popular, yo no había nacido): “—¡Pega Betulio! ¡Vuelve a pegar Betulio! ¡Sigue pegando Betulio! ¡De nuevo pega Betulio! (...) Señores, se cayó Betulio”.


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