Reviso mi monedero. Tengo un bolsillo lleno de tickets de Metro de los de color amarillo de hace tiempo, cuando todavía se vendían. Compraba muchos para no estar haciendo cola tan seguido. Los guardé allí cuando dejaron de cobrar la entrada. No se pagó durante mucho tiempo. Los volví a buscar ahora, que a veces cobran. Es aleatorio. La diferencia es que los de antes tienen la banda magnética, están bien cortados y son de un material de mejor calidad. Los de ahora parecen de mentira o de juego. Son de cartón chimbo y rectángulos irregulares.
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Le entrego un ticket al miliciano —un anciano integrante del cuerpo de milicias civiles de apoyo a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana—. A los milicianos les asignan ciertos trabajos especiales. En este caso su única labor es recibir y romper tickets de Metro todo el día. Lo ve, le da vuelta y me detiene:
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—Este no sirve.
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—¿Por qué?
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—No es de los que estamos vendiendo.
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—Pero yo lo había comprado hace tiempo e igual lo van a romper.
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El miliciano lo piensa y me deja pasar.
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—Pero será mejor que vaya comprando tickets nuevos porque esos que tiene ya no sirven.
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Rompe el ticket y lo tira en la papelera que tiene detrás del torniquete. •
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Fuente: Historias que laten
No vivimos mucho tiempo, y cuando empezamos a saber algo, o a conocer el modo de descubrirlo, ya nos movemos a toda velocidad, como si esquiáramos, por una pronunciada pendiente nevada, adelantando a unos en el descenso, y cruzándonos con otros que ascienden, y realmente hay poco tiempo para conocerse y charlar. Lo más que podemos hacer es gritar alguna cosa al pasar...
viernes, 30 de agosto de 2019
Historias subterráneas
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