jueves, 9 de diciembre de 2010

"echar un polvo" y "ser de mala leche"

-Carlos Fisas-

Hay palabras, frases y expresiones que un día fueron correctas y luego
han pasado al lenguaje soez y grosero. Dos de ellas son las que
encabezan este artículo.
Si en el siglo XVIII algún señor hubiera dicho a otro: «vamos a echar
un polvo», «vamos a tomar un polvo» o algo por el estilo no hubiera
causado ninguna sorpresa ni escandalizado a nadie. Se refería al rapé
o tabaco en polvo. De la misma manera se debería entender la frase
refiriéndose al acto de empolvar una peluca.
La acepción malsonante se debe a la Biblia y a la liturgia católica.
En la primera se lee, Génesis, cap. 3, v.19: «Con el sudor de tu
rostro comerás pan hasta que tornes al suelo, pues de él fuiste tomado
ya que eres polvo y tornarás al polvo». En la liturgia del Miércoles
de Ceniza el sacerdote pronunciaba las palabras: «Memento homo quia
pulvis eser in pulverem reverteris» («Recuerda hombre que eres polvo y
al polvo has de volver»). En una traducción popular basada en el texto
bíblico ya citado y en el anterior en el que se dice que Dios hizo al
hombre del barro, es decir del polvo humedecido, se dijo «que del
polvo vienes y al polvo has de volver». Teniendo en cuenta que el
origen del hombre se encuentra en el coito, se identificó éste con el
polvo bíblico y litúrgico, con lo que la palabra tomó un sentido
grosero que en un principio no tenía.
En cuanto a la otra frase hay que recordar que una creencia muy
antigua atribuía gran importancia a la leche que se mamaba en la
primera niñez. Se recomendaba, como se recomienda ahora, la lactancia
materna: pero en el caso en que ésta no era posible se creía que la
leche mamada de ubres mercenarias influía en el carácter del niño.
Así, por ejemplo, si la nodriza era iracunda lo sería también el
lactante, si avara, avaro sería él, etc.
San Agustín, que creía en ello, recomienda que se empleen nodrizas
cristianas para que el niño no se vea inficionado por leche pagana y
en la Edad Media, y muy especialmente en España, se recelaba de las
nodrizas no cristianas, judías o musulmanas, por creer que «tenían
mala leche» y el niño sufriría toda su vida la influencia de la leche
mamada.
«Ser de mala leche» significaba, pues, no haber sido alimentado por la
madre o una nodriza cristiana y por lo tanto no ser de fiar.
La interpretación soez y barriobajera es pues falsa a todas luces, y
digo barriobajera por costumbre pues es sabido que, hoy en día, el
habla soez se usa, por desgracia, tanto en los barrios bajos como en
los barrios altos. Antes se decía de un malhablado «habla como un
carretero», ahora hay veces en que vienen ganas de decir «habla como
una señorita de la buena sociedad y universitaria».
Gracias a Dios, en homenaje a la verdad, se ha de convenir en que son minoría.

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