sábado, 4 de diciembre de 2010

El Camello y la Aguja

-Carlos Fisas-
Conocida es la frase evangélica «Os digo más: es más fácil que entre
un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los
cielos» (Mt. 19, 24). La Biblia comentada por los profesores de
Salamanca (BAC, 239, p. 435) dice: «La lectura "camello" es genuina.
Pero algunos autores, sorprendidos por esta desproporción entre aguja
y camello, pensaron que, en lugar de "camello" (kámélos), hubiese
estado primitivamente otra palabra semejante (kámilos), que significa
cable, soga gruesa, maroma de navío, con lo que se lograría no sólo
menos desproporción, sino también una mayor homogeneidad conceptual
entre aguja y soga. Otros, para justificar esto, inventaron que una de
las puertas de Jerusalén se llamaría entonces "agujero de aguja".»
Pero es desconocer los fuertes contrastes orientales, las grandes
hipérboles, tan características de esta mentalidad. Además, este tipo
de comparación era completamente usada en el medio ambiente. Así se
lee, Vg. "Practicad por mí, por la penitencia, una abertura como el
agujero de una aguja, y yo os abriré una puerta por donde los carros y
vehículos podrán pasar..." En cambio, en la literatura rabínica se
sustituye el término "camello" por el de "elefante". Probablemente
sería esto entonces como un recuerdo de la presencia de estos grandes
animales en las guerras macedonias y sirias. Así se lee: "Nadie
piensa, ni en sueños..., un elefante pasando por el agujero de una
aguja". Y un rabino decía con gran intención: "Tú eres de Pumbeditha,
donde se hace pasar un elefante por el agujero de una aguja". Es un
proverbio con el que se designa una cosa que es, por medios humanos,
imposible. Jesucristo, tomando sus imágenes del medio ambiente,
sustituye elefante por camello. Y así dirá en otra ocasión a los
fariseos: que "coláis un mosquito y os tragáis un camello." »
Esta frase, como la anterior (Mt. 19, 21: «Si quieres ser perfecto,
ve, vende cuanto tienes, dalo a los pobres y tendrás un tesoro en los
cielos, y ven y sígueme») han producido discusiones a lo largo de la
historia. ¿Se trata de un precepto o de un consejo?
Fraticelli, begardos, beguinos, los piagnoni de Savonarola, los
valdenses, creyeron lo primero. En la Crónica de Laon se narra la
trayectoria religiosa de Pedro Valdés: «En torno a 1173 había en Lyon
un ciudadano llamado Valdés, que había hecho una gran fortuna por el
diabólico medio de la usura. Un domingo se vio sorprendido por una
multitud que escuchaba a un juglar y estaba muy afectada por sus
palabras. También él lo fue y escuchó con gran interés la historia de
san Alejo, que había tenido una santa muerte en casa de su padre. A la
mañana siguiente, Valdés fue a la escuela de teología a interesarse
por su alma. Requirió al maestro para que le informase de cuál de
todas las vías era la mejor para acceder a Dios. El maestro citó las
palabras del Señor: "Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tengas,
dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo. Ven y sígueme."
«Valdés volvió al lado de su mujer y le dio a escoger entre los bienes
muebles y las propiedades en tierras, agua, bosques, prados, campos,
casas, rentas, viñedos, molinos y hornos. Ella quedó sorprendida y
eligió las propiedades. De los bienes muebles, devolvió aquellos
adquiridos indebidamente, dio una amplia parte a sus dos hijas, a las
que colocó en la orden de Fontevrault sin conocimiento de su mujer y
dio una fuerte cantidad a los pobres.
«Durante este tiempo, una fuerte hambre asoló la Galia y la Germania.
Durante tres días a la semana, desde Pascua a San Pedro Encadenado,
Valdés repartió pan, sopa y comida a todos aquellos que se acercaban a
él. En la Asunción de la Virgen repartió monedas entre los pobres por
las calles diciendo: "No puedo servir a dos amos, Dios y Mammón". La
gente lo creía loco, pero él, levantándose, les dijo: "Amigos y
conciudadanos, no estoy loco como pensáis, sino que he derrotado a uno
de los enemigos que me esclavizaban, puesto que daba más importancia a
las riquezas que a Dios, y he servido a las criaturas más que al
Creador..."». En 1177, Valdés, el mencionado ciudadano de Lyon que
había hecho voto a Dios de no poseer oro ni plata, llegó a convertir a
algunas personas a sus opiniones.
Siguiendo su ejemplo, dieron cuanto tenían a los pobres y de buen
grado se hicieron devotos de la pobreza. Poco a poco, tanto en público
como en privado, empezaron a vituperar tanto sus pecados como los de
los otros.»
En 1178, el papa Alejandro III reunió un concilio en su palacio de
Letrán... condenó la herejía y a todos aquellos que la fomentaban y
defendían a los heréticos. El papa abrazó a Valdés y aplaudió su voto
de pobreza voluntaria, pero les prohibió a él y a sus compañeros que
predicasen excepto a petición de los eclesiásticos. Obedecieron estas
instrucciones durante algún tiempo, pero más tarde no, y con ello
labraron su propia ruina.»
Jesús dijo: «Siempre habrá pobres entre vosotros». Lo que se ha de
procurar es que los ricos sean menos ricos y los pobres menos pobres;
y que no haya miserables ni más hermanos que mueran de hambre.

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