No vivimos mucho tiempo, y cuando empezamos a saber algo, o a conocer el modo de descubrirlo, ya nos movemos a toda velocidad, como si esquiáramos, por una pronunciada pendiente nevada, adelantando a unos en el descenso, y cruzándonos con otros que ascienden, y realmente hay poco tiempo para conocerse y charlar. Lo más que podemos hacer es gritar alguna cosa al pasar...
viernes, 31 de diciembre de 2010
Storia d'Amore
ho fatto il pagliaccio per mettermi in mostra agli occhi di lei,
che scherzava con tutti i ragazzi all'infuori di me.
Perché, perché, perché, perché, io le piacevo.
Lei mi amava, mi odiava, mi amava, mi odiava, era contro di me.
Io non ero ancora il suo ragazzo e già soffriva per me,
e per farmi ingelosire quella notte lungo il mare è venuta con te.
Ora tu vieni a chiedere a me tua moglie dov'è. Dovevi immaginarti che
un giorno o l'altro sarebbe andata via da te.
L'hai sposata sapendo che lei,
sapendo che lei moriva per me,
Coi tuoi soldi
hai comprato il suo corpo non certo il suo cuore.
Lei mi amava, mi odiava, mi amava, mi odiava, era contro di me,
io non ero ancora il suo ragazzo e già soffriva per me.
E per farmi ingelosire quella notte lungo il mare è venuta con te.
Un giorno io vidi lei
entrar nella mia stanza,
mi guardava,
silenziosa,
aspettava un sì da me.
Dal letto io mi alzai
e tutta la guardai,
sembrava un angelo.
Mi stringeva sul suo corpo,
mi donava la sua bocca, mi diceva sono tua, ma di pietra io restai.
Io la amavo, la odiavo,
la amavo, la odiavo,
ero contro di lei,
se non ero stato il suo ragazzo era colpa di lei.
E uno schiaffo all'improvviso
le mollai sul suo bel viso rimandandola da te.
A letto ritornai
piangendo la sognai,
sembrava un angelo.
Mi stringeva sul suo corpo,
mi donava la sua bocca
mi diceva sono tua
e nel sogno la baciai.
A. Celentano
martes, 28 de diciembre de 2010
Película...
Y si pudiera, volver como una película para corregir el pasado,
Me referiría a las escenas que he vivido,
Y a todo aquello que no había entendido.
Repetiría las partes, que jamás y nunca aprendí.
Es cierto que estoy bien con lo que he hecho hasta ahora, debería ser mejor,
Si se rebobinara la cinta, iría en busca de las cosas que perdí,
Y borraría las veces que mentí.
Duplicaría las frases, las frases en que me he equivocado.
No es cierto que nunca he llorado, Que ni he perdido ni me he equivocado,
Pero me equivocaría de nuevo, si regresase hacia atrás,
Tal vez así haga tiempo para reparar,
Sin trucos ni giros las escenas que no he sabido recitar.
Cansancio
Pasaron los dias de par en par,
Degustamos amor, y sufrimientos, y lutos
Ya me cansaron, los dias son anchos,
Ya me cansaron los pecadores y los inocentes.
Esta tristeza idiota,
Y de estas nostalgias desgraciadas
Ya me cansé...
sábado, 18 de diciembre de 2010
Noche De Otoño
Versión de: Jesús Semprúm.
domingo, 12 de diciembre de 2010
De la mentira
Decía Talleyrand que la palabra ha sido dada al hombre para disimular
sus pensamientos.
Eso puede no ser una mentira sino un sistema para echar pelotas fuera.
Si de una mujer fea y vieja que se da aires de jovencita digo que es
inteligente y culta, disimulo mi pensamiento pero no miento por ello.
Tristán Bernard opinaba que los hombres siempre son sinceros, lo que
pasa es que cambian de sinceridad. Ello tampoco puede considerarse
como un embuste.
Más acertado me parece Courteline cuando escribe que la verdad se debe
decir a las personas inteligentes y se debe reservar la mentira para
los imbéciles.
Pero «embustero» es una palabra un tanto vaga. Francis de Croisset
dice que hay tantas clases de mentiras como de mariposas. Hay el
hombre que miente porque es hombre bien educado: es el hombre de
mundo. Hay quien miente para distraer a otros: es el poeta o el
novelista. Hay el hombre que miente por deber: puede ser un santo.
Quien miente por egoísmo o por cobardía es un sinvergüenza. Hay quien
miente por placer: es el verdadero mentiroso.
Creo que hay otras clases de mentiras: la estadística, las
declaraciones del gobierno y los programas electorales, por ejemplo.
La estadística es la mentira científica: si mi vecino tiene 100.000
pesetas y yo ninguna, estadísticamente tendremos 50.000 cada uno.
Sabemos, por otra parte, que si un ministro afirma que no subirá la
gasolina, ésta aumentará seis pesetas la semana siguiente y que si se
prometen 800.000 puestos de trabajo el paro aumentará en 800.000
parados al año de la promesa. Pero esto es natural, es la política de
todos los tiempos y todos los países. El político es aquel hombre
listo e inteligente que sabe explicar perfecta y convincentemente cómo
va a hacer una cosa y luego sabe explicar convincente y perfectamente
por qué no la ha hecho.
La mentira de la gente honesta es la exageración. Tal es el caso de
aquella madre que decía a su hijo:
- Siempre debes decir la verdad y nunca la mentira. Te lo he dicho un
millón de veces.
Todos los que han creído las mentiras de un charlatán se ven obligados
a sostenerlas, para no confesar que han sido unos imbéciles. Creer una
verdad es un acto natural que no nos compromete; creer una mentira es
una simpleza que cuesta trabajo reconocer. Por eso las mentiras se
defienden con más tenacidad que las verdades. Son palabras de E. Gómez
de Saquero, que hizo célebre el seudónimo de «Andrenio».
Pero el más célebre de los embusteros vivió en Sevilla en el siglo
XVIII. Dejemos la palabra a don Serafín Estébanez Calderón quien nos
relata sus hazañas en las Escenas Andaluzas precisamente en el
capítulo titulado «El asombro de los andaluces o Manolito Gázquez, el
sevillano».
«Los sevillanos, pues, son los reyes de la inventiva, del múltiplo,
del aumentativo y del pleonasmo, y, de entre los sevillanos, el héroe
y el emperador era Manolito Gázquez. En los rosarios tocaba el fagot o
pimpoddo, como él decía; en los toros era un oráculo.
Por lo demás, no había habilidad en que no descollase, aventura
extraordinaria por la que no hubiera pasado, ni ocasión estupenda en
que ni se hubiera encontrado. Y no se crea que esta inclinación a
hacerse el héroe de sus historias era por vanidad, ni que encarecía
por gala ni afectación, ni menos que se alejaba de la verdad por
afición a la mentira. Nada de eso: su imaginación le ofrecía por
verdadero cuanto decía; los ojos de su alma veían los objetos cual los
refería, y su fantasía lo ponía en el mismo lugar y grado del héroe
cuya historia relataba. (...) pronunciaba de tal manera las sílabas en
que se encuentra la "d" o la "rr", que sustituía estas letras por
cierto sonido semejante a la "d" (...) La vida la dividía dulce y
tranquilamente entre su taller, sus amigos y su esposa doña Teresa, y
de noche entre el descanso y su asistencia al rosario tocando el
fagot.
Oyó nuestro héroe, en su capítulo correspondiente de la Gaceta, hablar
varias veces de la Sublime Puerta. La idea que concibiera Manolito
Gázquez de lo que era el poder otomano lo probará la anécdota
siguiente. Cierto día trabajaba en su taller sendos clavos de ancha
cabeza y de traza singular que herreros y carpinteros llaman de
bolayque. Eran lucientes y grandísimos. Uno de sus visitantes, al
verlos exclamó: "¡Qué clavos tan hermosos, grandes y bizarros!"
Catorce cajones llenos de ellos hay ya en el río, replicó don
Manolito- ; ¿y no han de ser hedmosos si van sedvid para la Puedta
Otomana?...
«Manolito tenía gran vanidad en su habilidad de fagotista. Nadie a
juicio suyo le prestaba a tal instrumento el empuje y sonoridad que
él. "En ciedla ocasión, dijo, quise pasmad a Roma y al Padre Santo.
Para ello entré en la iglesia de San Pedro un día del Santo Patrón el
primed Apóstol. Allí estaba el papa y los caddenales, y ciento
cincuenta y cinco obispos, y toda la cristiandad. Tocaban veinte
ódganos y muchos instrumentos, y más de mil pitos y flautas, y
entonaban el Pange linguae dos mil y cincuenta voces. Llega don
Manolito con su casaca (iba yo de codto) y me pongo detrás de una
coludna que hay a la entrada por Oriente, así confodme se entra a mano
derecha, y cuando más bullicio había, meto un pimpoddazo y toda
aquella algazara calló y la iglesia hizo bum-bum a este lado y al otro
como para caedse.
A poco siguió la función creyendo el consistorio que el teddemoto
había pasado, y entonces meto otro pimpoddazo de mis mayúsculos y la
gente se asusta, y el papa dijo al punto: o el templo se viene abajo o
Manolito Gázquez está en Roma tocando el pimpoddo. Salieron a
buscadme, pedo yo tenía que haced y me vine a Sevilla pada id al
dosadio."
»Si algún paseante al pasar en aquellos días calurosos de estío por la
puerta de Manolito se sentía aquejado por la sed y le pedía un poco de
agua, gritaba al punto: "Doña Tedesa (su esposa), bajad la jadda de
odo con agua fresca, y si no está a mano venga la de plata o la de
cristal, y si ninguna se encuentra, traed la talla de baddo, que este
caballedo disimulada por esta vez, si se le sidve con buena voluntad."
»En cierto día que para una noticia que era preciso hacer saber a
Cádiz se hablaba del modo de transmitirla con mayor celeridad desde
Sevilla, dijo don Manolito: "¿Y por qué no va por agua la noticia?"
"Pero siempre, le replicaron, serían necesarios tres o cuatro días."
"Dos hodas, repuso Gázquez, yendo nadando como yo fui cuando la guedda
con el inglés a llevad ciedta odden del genedal. Yo me eché al agua al
anocheced en la Todde del Odo; meto el brazo, saco el brazo, estoy en
Tablada; meto el brazo, saco el brazo, heme en San Lucad de Baddameda;
meto el brazo, saco el brazo, al frente de Rota, y de allí como una
lanzadeda a Cádiz; al entrad por la puedta del mar tiraban el cañonazo
y tocaban la detreta... ¡digo, señodes, si me descuido!" Aludiendo a
que en tal hora se cierran en Cádiz las puertas como plaza de guerra,
y hubiérase quedado fuera.
»En el danzar, cuando sus verdes años, y creyendo sus propios
informes, había sido don Manolito una Terpsícore del género masculino,
un portento de ligereza y agilidad. "Una noche, decía, estaba yo en la
tedtulia de la condesa de..., siempre entre gente de calidad, y allí
habían bailado ciedtos italianos bastante bien. Don Manolito no quiso
bailad aquella noche pedo las señodas me dogadon tanto que al fin salí
haciendo mi devedencia y mi paseo. Comienzan a tocad y yo a figudad y
a tenzad; ellos tocando y yo tenzando y dando con la cabeza en el
techo, todos midando y yo tenza que tenza; las señodas, Manolito,
bájese usted, y Manolito tenza que tenza...; cuando concluí, por gusto
saqué el deloj..., quince minutos estuve en el aide."
»En los toros valía doble el andamio donde tomaba asiento Manolito
Gázquez. Siempre tenía la palabra. No había suerte que él no
comentase, ni lance que no sujetase a su crítica, aunque todo lo
presidiese el famoso Pepe Hillo, que era muy su amigo. "Quítese de
allá el señod Pepe, no sabe usté el mosquita que tiene delante. Oiga
usté los consejos del maestro de los todos..." Una tarde salió nuestro
héroe muy disgustado de la corrida. "Ya no hay hombres en Sevilla,
decía. Hasta el señod Pepe se ha convedtido en monja; a no ser por don
Manolito ¿qué hubiera sido de la cuadrilla? El todo, añadía, había
baddido ya la plaza, los de a caballo dogando, los peones en las vayas
y el señod Pepe enfrontidado por el todo y lo iba a ensadtad cuando
don Manolito se echó a la plaza y la fieda se dispadó a mí y deja al
señod Pepe y addemete..." Y ¿qué sucedió?, le preguntaban los del
asustado auditorio; "y addemete y yo le meto la mano por la boca y de
pronto le vuelvo como una calceta poniéndole la cabeza donde tenía el
dabo, y el todo salió más dispadado que antes y fue a dad ciego en el
budladedo de enfrente y se estrelló y las mulitas viniedon por él."
«Cierto día nuestro héroe asistió, con gran parte de la nobleza y
juventud sevillana, que siempre lo admitía en su círculo, a un
palenque de armas, en donde así se hacía alarde de la destreza del
sutil florete, como del irresistible poder de la espada negra. Después
que dos contendientes admiraron el concurso por sus primores, su
gallardía, sus tretas, sus estocadas, sus quites, y que retirándose
del asalto dejaban sorpresa, uno de los más notables por su habilidad
en las armas, le preguntó a nuestro héroe: "¿Y usté, Manolito, no
juega la espada?" "Ése ha sido mi fuedte, replicó, yo soy discípulo de
los discípulos de Caddanza y Pacheco. ¿Se acuerddan ustedes de las
famosas lluvias del año 76?" "Sí, nos acordamos." "Pues en una de
aquellas noches de diluvio, prosiguió, estaba yo en la tedtulia de la
señoda madquesa de (...) Todas las señodas se habían ya detidado en
sus coches, y sólo quedaba la condesita de (...) y su hedmana, que no
podía idse podque su caddoza no había podido llegad con el agua.
Aquellas señodas se afligían y quedían idse, ¿y que hace Manolito?
Saca la espada y dice: señodas, agáddense ustedes, y Manolito con la
espada a la lluvia: taz, taz, taz, tedcia cuadta, prima, siempre con
el quite y el deparo, llegamos a palacio; ni una gota de agua había
podido tocad a las señodas, y dejábamos detrás ahogándose a la
Gidalda."
«Manolito Gázquez, cuya juventud, por su lozanía, conservó hasta lo
último de su vida, murió cerca ya de los 80 años al entrar el famoso
1808.»
jueves, 9 de diciembre de 2010
"echar un polvo" y "ser de mala leche"
Hay palabras, frases y expresiones que un día fueron correctas y luego
han pasado al lenguaje soez y grosero. Dos de ellas son las que
encabezan este artículo.
Si en el siglo XVIII algún señor hubiera dicho a otro: «vamos a echar
un polvo», «vamos a tomar un polvo» o algo por el estilo no hubiera
causado ninguna sorpresa ni escandalizado a nadie. Se refería al rapé
o tabaco en polvo. De la misma manera se debería entender la frase
refiriéndose al acto de empolvar una peluca.
La acepción malsonante se debe a la Biblia y a la liturgia católica.
En la primera se lee, Génesis, cap. 3, v.19: «Con el sudor de tu
rostro comerás pan hasta que tornes al suelo, pues de él fuiste tomado
ya que eres polvo y tornarás al polvo». En la liturgia del Miércoles
de Ceniza el sacerdote pronunciaba las palabras: «Memento homo quia
pulvis eser in pulverem reverteris» («Recuerda hombre que eres polvo y
al polvo has de volver»). En una traducción popular basada en el texto
bíblico ya citado y en el anterior en el que se dice que Dios hizo al
hombre del barro, es decir del polvo humedecido, se dijo «que del
polvo vienes y al polvo has de volver». Teniendo en cuenta que el
origen del hombre se encuentra en el coito, se identificó éste con el
polvo bíblico y litúrgico, con lo que la palabra tomó un sentido
grosero que en un principio no tenía.
En cuanto a la otra frase hay que recordar que una creencia muy
antigua atribuía gran importancia a la leche que se mamaba en la
primera niñez. Se recomendaba, como se recomienda ahora, la lactancia
materna: pero en el caso en que ésta no era posible se creía que la
leche mamada de ubres mercenarias influía en el carácter del niño.
Así, por ejemplo, si la nodriza era iracunda lo sería también el
lactante, si avara, avaro sería él, etc.
San Agustín, que creía en ello, recomienda que se empleen nodrizas
cristianas para que el niño no se vea inficionado por leche pagana y
en la Edad Media, y muy especialmente en España, se recelaba de las
nodrizas no cristianas, judías o musulmanas, por creer que «tenían
mala leche» y el niño sufriría toda su vida la influencia de la leche
mamada.
«Ser de mala leche» significaba, pues, no haber sido alimentado por la
madre o una nodriza cristiana y por lo tanto no ser de fiar.
La interpretación soez y barriobajera es pues falsa a todas luces, y
digo barriobajera por costumbre pues es sabido que, hoy en día, el
habla soez se usa, por desgracia, tanto en los barrios bajos como en
los barrios altos. Antes se decía de un malhablado «habla como un
carretero», ahora hay veces en que vienen ganas de decir «habla como
una señorita de la buena sociedad y universitaria».
Gracias a Dios, en homenaje a la verdad, se ha de convenir en que son minoría.
sábado, 4 de diciembre de 2010
El Camello y la Aguja
Conocida es la frase evangélica «Os digo más: es más fácil que entre
un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los
cielos» (Mt. 19, 24). La Biblia comentada por los profesores de
Salamanca (BAC, 239, p. 435) dice: «La lectura "camello" es genuina.
Pero algunos autores, sorprendidos por esta desproporción entre aguja
y camello, pensaron que, en lugar de "camello" (kámélos), hubiese
estado primitivamente otra palabra semejante (kámilos), que significa
cable, soga gruesa, maroma de navío, con lo que se lograría no sólo
menos desproporción, sino también una mayor homogeneidad conceptual
entre aguja y soga. Otros, para justificar esto, inventaron que una de
las puertas de Jerusalén se llamaría entonces "agujero de aguja".»
Pero es desconocer los fuertes contrastes orientales, las grandes
hipérboles, tan características de esta mentalidad. Además, este tipo
de comparación era completamente usada en el medio ambiente. Así se
lee, Vg. "Practicad por mí, por la penitencia, una abertura como el
agujero de una aguja, y yo os abriré una puerta por donde los carros y
vehículos podrán pasar..." En cambio, en la literatura rabínica se
sustituye el término "camello" por el de "elefante". Probablemente
sería esto entonces como un recuerdo de la presencia de estos grandes
animales en las guerras macedonias y sirias. Así se lee: "Nadie
piensa, ni en sueños..., un elefante pasando por el agujero de una
aguja". Y un rabino decía con gran intención: "Tú eres de Pumbeditha,
donde se hace pasar un elefante por el agujero de una aguja". Es un
proverbio con el que se designa una cosa que es, por medios humanos,
imposible. Jesucristo, tomando sus imágenes del medio ambiente,
sustituye elefante por camello. Y así dirá en otra ocasión a los
fariseos: que "coláis un mosquito y os tragáis un camello." »
Esta frase, como la anterior (Mt. 19, 21: «Si quieres ser perfecto,
ve, vende cuanto tienes, dalo a los pobres y tendrás un tesoro en los
cielos, y ven y sígueme») han producido discusiones a lo largo de la
historia. ¿Se trata de un precepto o de un consejo?
Fraticelli, begardos, beguinos, los piagnoni de Savonarola, los
valdenses, creyeron lo primero. En la Crónica de Laon se narra la
trayectoria religiosa de Pedro Valdés: «En torno a 1173 había en Lyon
un ciudadano llamado Valdés, que había hecho una gran fortuna por el
diabólico medio de la usura. Un domingo se vio sorprendido por una
multitud que escuchaba a un juglar y estaba muy afectada por sus
palabras. También él lo fue y escuchó con gran interés la historia de
san Alejo, que había tenido una santa muerte en casa de su padre. A la
mañana siguiente, Valdés fue a la escuela de teología a interesarse
por su alma. Requirió al maestro para que le informase de cuál de
todas las vías era la mejor para acceder a Dios. El maestro citó las
palabras del Señor: "Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tengas,
dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo. Ven y sígueme."
«Valdés volvió al lado de su mujer y le dio a escoger entre los bienes
muebles y las propiedades en tierras, agua, bosques, prados, campos,
casas, rentas, viñedos, molinos y hornos. Ella quedó sorprendida y
eligió las propiedades. De los bienes muebles, devolvió aquellos
adquiridos indebidamente, dio una amplia parte a sus dos hijas, a las
que colocó en la orden de Fontevrault sin conocimiento de su mujer y
dio una fuerte cantidad a los pobres.
«Durante este tiempo, una fuerte hambre asoló la Galia y la Germania.
Durante tres días a la semana, desde Pascua a San Pedro Encadenado,
Valdés repartió pan, sopa y comida a todos aquellos que se acercaban a
él. En la Asunción de la Virgen repartió monedas entre los pobres por
las calles diciendo: "No puedo servir a dos amos, Dios y Mammón". La
gente lo creía loco, pero él, levantándose, les dijo: "Amigos y
conciudadanos, no estoy loco como pensáis, sino que he derrotado a uno
de los enemigos que me esclavizaban, puesto que daba más importancia a
las riquezas que a Dios, y he servido a las criaturas más que al
Creador..."». En 1177, Valdés, el mencionado ciudadano de Lyon que
había hecho voto a Dios de no poseer oro ni plata, llegó a convertir a
algunas personas a sus opiniones.
Siguiendo su ejemplo, dieron cuanto tenían a los pobres y de buen
grado se hicieron devotos de la pobreza. Poco a poco, tanto en público
como en privado, empezaron a vituperar tanto sus pecados como los de
los otros.»
En 1178, el papa Alejandro III reunió un concilio en su palacio de
Letrán... condenó la herejía y a todos aquellos que la fomentaban y
defendían a los heréticos. El papa abrazó a Valdés y aplaudió su voto
de pobreza voluntaria, pero les prohibió a él y a sus compañeros que
predicasen excepto a petición de los eclesiásticos. Obedecieron estas
instrucciones durante algún tiempo, pero más tarde no, y con ello
labraron su propia ruina.»
Jesús dijo: «Siempre habrá pobres entre vosotros». Lo que se ha de
procurar es que los ricos sean menos ricos y los pobres menos pobres;
y que no haya miserables ni más hermanos que mueran de hambre.
Del Maestro al Ministro
Las palabras tienen su historia que, a veces, como ésta que voy a
contar, es muy edificante.
Un maestro es alguien que enseña, que está por encima de alguien, de
sus alumnos por ejemplo. Y, efectivamente, maestro deriva de magister
que, a su vez, proviene del adjetivo magis que significa más y más
que. En Roma había un magister equitum, o sea, un general de
caballería, y, entre otros más, un magister morum o jefe de policía de
costumbres o de la brigada social que diríamos hoy. Es decir el
magister, el maestro, era el superior, el que estaba en lo alto.
Por el contrario el minister estaba en lo profundo de la escala
social. Minister procede de minus, es decir menor, menor que. Era el
hombre sometido a alguien, al servicio de alguien.
El minister cubiculi era el camarero, por ejemplo.
Pero quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija. El magister,
el maestro, continuó siendo el superior de sus alumnos, pero de nadie
más; mientras que el minister, el humilde ministro, estando al lado de
los grandes y sabiendo lamerles las botas, fue encumbrándose poco a
poco hasta llegar a ser lo que son ahora: los mandamases de un país.
Por cierto, no sé si se habrán fijado ustedes que los ministros
españoles no tienen secretarios sino subsecretarios. Ello se debe a
que el primitivo nombre de los ministros del rey era el de ministro
secretario del Real Despacho, por ello, por ser ellos mismos
secretarios, del rey naturalmente, les correspondía, no otro
secretario, sino un subsecretario. Denominación ésta que ha
permanecido hasta hoy a pesar que los ministros son sólo esto y nada
más que esto. Que ya está bien.
Y recordemos la anécdota: Un ujier de un ministerio es llamado por un
ministro que le endilga un rapapolvo. Al salir, un compañero le
pregunta:
- ¿Qué ha pasado?
Y el ujier responde, con veinte años de funcionario encima:
- Nada, estos interinos...