El nombre de esta humilde verdura, tan poco querida en general por los pequeños, proviene del árabe hispánico assílqa, derivado del árabe clásico silqah, y este a su vez del griego sikelé, 'la siciliana', ya que en esta isla italiana debió de darse especialmente bien el cultivo de la planta, que procede en realidad de Asia. No resulta extraño, por tanto, que también los romanos, que llamaban bēta a la acelga —de ahí el nombre científico de la especie, Beta vulgaris, a la que pertenece también la remolacha—, distinguieran una variedad sícula ('siciliana'). En todo caso, la evolución del término, que puede encontrarse en castellano a mediados del siglo XIII, no deja de ser un magnífico ejemplo de la amalgama de culturas característica del Mediterráneo.
Juan Gil & Fernando de la Orden Osuna
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