sábado, 18 de junio de 2016

"Descuide, jefe, he empezado a cavar por el lado de los pies"

William A. Hightower era un asesino, pero un asesino lunático. El 2 de agosto de 1921 secuestró a un sacerdote, el padre Patrick E. Heslin, en su casa de las afueras de San Francisco; luego le aplastó el cráneo de un golpe y lo enterró cerca de la playa de Salada, al lado de una valla publicitaria. Hightower renunció al rescate, pero no a la recompensa ofrecida por brindar información acerca del paradero de Heslin. El 10 de agosto, Hightower se personó en casa del arzobispo Hanna para informarle de que había topado con la bufanda de Heslin mientras buscaba en la arena algún alijo ilegal de bebidas. Lo más lógico, según Hightower, es que el cadáver estuviera allí; no sabía exactamente dónde, pero no podía estar lejos. Hightower condujo a la policía hasta la bufanda de la playa, perorando durante todo el trayecto acerca de que había inventado la ametralladora e incluso había llegado a idear un sucedáneo de la fruta confitada. Luego, prediciendo el sitio exacto en que debía estar Heslin, Hightower cogió una pala y puso manos a la obra. «Tenga cuidado —le advirtió el comisario O'Brien—, no vaya a dañarle la cara». Pero Hightower lo tranquilizó: «Descuide, jefe, he empezado a cavar por el lado de los pies».

Gregorio Doval.-

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