Ahora bien, las imágenes de la tremenda represión con la violación inaudita de la vida nos llevan a comprender cómo hay dos lógicas en acción que parecen irreconciliables. Para la visión militar "las bajas humanas" no tienen rostros, todo se somete al cumplimiento o no del objetivo de la guerra. De allí no hay sino un paso para eliminar cualquier obstáculo mediante medios lícitos o ilícitos a lo que estorbe al mantenimiento de "mi orden público". La lógica "civil" se sustenta en la vida humana como principio irrenunciable y por ello los derechos humanos tienen prioridad en toda confrontación social. Su desconocimiento deja huellas perennes limitando la construcción de un futuro y su fortalecimiento abre nuevas compuertas a la convivencia de la diversidad y la posibilidad de un tejido social con capacidad de ser iguales pero diferentes. La represión es inoperante en el marco de las aspiraciones legítimas de libertad, al cerrar caminos sometiendo sin modificar conductas y mucho menos los principios o creencias que las sustentan, que nuevamente buscaran sus propios cauces.
De allí que no puede pensarse en diálogo para la negociación de las aspiraciones, sino tenemos claro qué es lo que está en juego. Están en juego las libertades. Por lo que es desconfiable toda propuesta que implique desconocimiento de los principios pisoteados desde el "referéndum del 2007 que en su momento fue calificado como "victoria pírrica".
Nuestra constitución como marco del país, que asumimos y aspiramos construir, le otorga prioridad a la lógica civil, de allí que ciertos instrumentos no son los únicos, sea la separación de los poderes públicos para que exista capacidad en el debate de las diferencias y apertura de consensos confiables en las decisiones personales y colectivas, esenciales en la dinámica humana.
Del pasado aprendimos que toda negociación requiere ganar algo nuevo y perder algo que estorba con la finalidad de reconocer y superar la crisis que genera el "terremoto social".
Sin reconocer el "pecado original" en esta confrontación, son pocos los caminos que generen confianza para la nueva institucionalidad que está en juego. Pretender seguir imponiendo un modelo que a todas luces no se sabe para dónde va es desconocer el potencial de las aspiraciones humanas.
Mercedes Pulido
No hay comentarios:
Publicar un comentario