La voz estúpido, 'tonto, de corto entendimiento', es uno de los insultos más clásicos del español, pues se hace acreedor a este adjetivo por doble vía. Por una parte, proviene del latín (como imbécil, de imbecillis, 'débil, flojo', y necio, de nescius, 'ignorante'), donde, en origen, no se utilizaba con sentido peyorativo; stupĭdus era, propiamente, 'aturdido, estupefacto', aunque más tardíamente sí incorporara connotaciones negativas. Por otra, se trata de una palabra con larga tradición, puesto que, si bien el Diccionario de autoridades señala en 1732 que es «voz de poco uso», se documenta en nuestra lengua desde finales del siglo XVI.
Procede, en último término, del verbo latino stupēre, 'estar aturdido, paralizado'. A través de este queda emparentado con un buen número de palabras del español actual, la mayoría de las cuales se relacionan de manera más o menos intuitiva con él por su forma y significado. Es el caso de estupor (del latín stupor, -ōris, 'aturdimiento, pasmo') o del compuesto estupefacción (del latín stupefactio, -ōnis, 'estupor, asombro'), de donde se deriva, por cierto, estupefaciente. Sorprende más su vínculo con estupendo (de stupendus, 'admirable, asombroso'), que ha conservado el valor positivo original de la raíz. Y es que algo formidable o maravilloso también tiene la capacidad de dejar pasmado o aturdido. ¿O acaso alguien lo duda?
ՄԼ
No hay comentarios:
Publicar un comentario